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El rechazo en Argentina de un proyecto de finalidad proscriptiva llama a la reflexión sobre el historial local en la materia, así como a la advertencia acerca del enorme operativo que se despliega en el continente en contra de la soberanía popular.
Más allá de todas las diferencias, los fascismos del lapso 1919-1945 y las ultraderechas del siglo XXI, en un mundo que sufrió profundas transformaciones, tienen en común constituir en gran parte respuestas del gran capital frente a situaciones de crisis.
El presidente argentino vuelve a las mieles del apoyo cerrado del poder económico, e insulta a variados sectores en tanto prosigue la protesta social y sus potenciales adversarios oscilan entre la dispersión y un duradero desconcierto. Las instancias electorales en curso interesan a pocos.
La representación política es una noción que en el sentido común dominante se asimila sin matices con la idea de democracia. Se equipara la existencia de “representantes del pueblo” con la de un auténtico gobierno popular. Entender que eso es falso es un requisito insoslayable para que se encare una transformación política y social en profundidad.
Esta semana el gobierno intentó una contraofensiva para tornar el fracaso en “triunfo”. El fallecimiento de Jorge Bergoglio le quitó protagonismo a la algarada triunfalista y forzó al presidente a contemporizar. El enfrentamiento entre Javier Milei y Mauricio Macri.
Desde el ministerio de Defensa se ha puesto en marcha la operación “Julio Argentino Roca”, la que estaría dirigida a “…reforzar la vigilancia y el control en la Zona de Seguridad de Fronteras del norte y noreste del país”.
El movimiento obrero frente a la ofensiva patronal que continúa de la mano de un gobierno vacilante.

La obra y el itinerario vital de Federico García Lorca no pueden comprenderse en plenitud sin referencia a su condición sexual. Tampoco se entiende su muerte a manos de criminales sin tenerla en cuenta.
Hace más de 40 años corría la última dictadura cívico militar y la protesta irrumpió en las calles argentinas, a la altura de sus mejores momentos. Era el comienzo del fin del reinado del terror.